Casi todas las veces



Casi todas las veces
Idea Villariño

Este poema lo escribió Idea Villariño para Juan Carlos Onetti. En ese entonces Onetti estaba casado con Dorothea Muhr. Se casó cuatro veces, ninguna con Idea Villariño. Pero fueron amantes durante más de cuarenta años. 
Durante sus últimos días, Onetti se escribía aun con ella. Él desde Madrid, ella desde Montevideo, se contaban sus sueños. Unos días después de fallecido el narrador, Idea recibió una última carta suya;  otra vez en su mente aquella voz le repitió en un susurro su adiós, nunca definitivo, diciéndole en una línea final: "te pago sueño con sueño".
Idea Villariño representa la heroíca perduración de la fe, nos muestra cómo el deseo femenino mueve el mundo.

Casi todas las veces Conozco tu ternura Como la misma palma de mi mano. A veces entre sueños la recuerdo Como si ya la hubiese perdido alguna vez. Casi todas las noches Casi todas las veces que me duermo En ese mismo instante Tú con tu suave abrazo me confinas Me rodeas Me envuelves en la tibia caverna de tu sueño Y apoyas mi cabeza sobre tu hombro. Idea Villariño




Pequeño diálogo imaginario entre Proust y Pizarnik


  Las que más me impresionan son esas mujeres tejiendo serenas y sonrientes...
  Aguántese usted el ser calificada de nerviosa. Pertenece a esa familia magnífica y lamentable que es la sal de esta tierra. Todo lo grande que conocemos nos viene de los seres nerviosos. Ellos y no otros son los que han fundado hasta religiones y han compuesto las obras maestras. Jamás sabrá el mundo todo lo que se les debe y sobre todo lo que han sufrido para dárselo.


Flores del silencio



Madre va al salón de belleza el día del funeral de padre. Es extraño, pero es cierto: va.  Las otras mujeres le dan sus condolencias mientras beben café. Todas han ido a peinarse al mismo salón de nuestro barrio  y se verán de nuevo en un rato, para hablar de lo mismo.

Yo soy el mayor heroísmo de mi madre, pienso: madre heroica, mientras la observo trajinar frente al espejo. Nunca sabrá las cosas que yo sé. Me cuenta lo que le han dicho las otras y se le enrojece la mirada por enésima vez.  

Se ha puesto un vestido negro bordado con piedras, es el de mi boda; que bien podría haber sido un funeral. Algo se muere en las bodas, la inocencia. 
Si me hubiesen arrancado los ojos al comienzo, madre. 
No reclamaré la inocencia para mí nunca más.

Pienso en la fragilidad.

Pienso en el sufrimiento.  

Pienso en arrancarme los ojos.

Es tarde. Seré mi madre.

Pienso en cómo, aunque sufrimos, mantenemos los ojos y la boca debidamente cerrados, con calma. Cuánto nos cuesta decir, cuánto nos cuesta amarnos y sin embargo, lo intentamos. Desesperadamente lo intentamos. A diario.

Que egoísmo absoluto es el amor, producto de un dios falible.
Somos dioses.  Arrinconados contra los límites de nuestras almas deformes,  sometidos por años a la voluntariosa razón que todo domestica.
Extraer algo del caos, algo que valga la pena. Algo que se va a modificar. El objeto es modificado por mí.  Amar modifica. He sido modificada.  He operado sobre el objeto de mi amor como un dios falible, arrinconado, deforme. Lentamente paso a paso sin saberlo; con palabras, con gestos, con besos, con ideas lo modifiqué; con mi amor. Para después devolverlo al mundo y que se muera de frío.  
Cada mañana nos empujamos otra vez hacia el mundo. Desnudos, solos. Que nos reciba, que nos devore con su boca desdentada y húmeda.  Su boca negra.
Nos hundiremos en esa realidad punzante que es la vida; horrenda y deslucida realidad, inmunda,  tan lejos de la nación del amor.  La realidad nos ve nacer y nos empuja. Hay que volver a la realidad. Lo hacemos. Nos exiliamos en ella.  La nación queda lejos.

La nieta de Freud soltaba su carretel de hilo  para sentirse  morir. Gritaba con desesperación y lo recuperaba.
La realidad es un lugar para el naufragio. Es desamparo y soledad.

Mucho después viene la muerte.

En el funeral de padre una mujer conoce a un hombre. Se miran, se acercan y hablan como si se conocieran de toda la vida. Será modificada y no lo sabe.  

Después vendrá la muerte, mucho después.